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Ricos por un día

Earl Stafford, un empresario estadounidense de Virginia, ha invitado a 300 indigentes a vivir el 20 de Enero (Investidura de Barack Obama) con todos los lujos. Gastó 1,6 millones de dólares y los invitó a presenciar la investidura en Washington.

Stafford, no escatimó en gastos para sus huéspedes, habitaciones en el Hotel Marriott, elegantes "smokings" y vestidos de gala, manicuras y banquetes, invitaciones al baile y asientos en las festividades por la histórica investidura del 44º presidente de Estados Unidos.
Earl Stafford
"Quería que fuera accesible para aquéllos que de otro modo nunca habrían tenido la oportunidad de venir a Washington" a la ceremonia, dijo Stafford a AFP. Este hombre de negocios y su fundación, que lleva su nombre, acudió a 35 organizaciones de caridad en el país para elegir quiénes estarían entre los afortunados que formarían parte del People's Inauguration Project ("proyecto de investidura del pueblo").

Entre las personas elegidas hay víctimas de huracanes, mujeres que sufrieron por relaciones abusivas, adultos discapacitados o niños que viven en una agobiante pobreza. "Estoy tan, tan honrada. Todo es exquisito, los cuartos, los vestidos, la comida", dijo antes de irrumpir en lágrimas, Jennifer Jeffers, de 20 años, elegida por su trágica infancia.

Prince Brooks, otro de los afortunados, es un veterano de guerra de 57 años y sin hogar, se muestra sobrecogido por el entorno en el que se halla y elogió emotivamente a Stafford. "Él no tenía que hacerlo. Creo que estaba escuchando su corazón. Todos nosotros tenemos un ser espiritual que necesita ser cultivado, y creo que eso es lo que él está haciendo", dijo Brooks al diario The Washington Post. "Lo aplaudo por eso".

Bernard Henry, de 21 años, también tuvo suerte. Admitió que había sido un matón en su adolescencia, pero que ahora intenta asumir un nuevo papel como ejemplo para los niños de su vecindario. "Me echaron de la escuela dos veces, viví en las calles, sumido en las drogas y el alcohol y luego cambié mi vida", dijo.

"La idea es que todo sea de primera clase", dijo Lavern Chatman, de la Liga Nacional Urbana, la organización que ayudó a coordinar el festejo. Son como "cenicientas y cenicientos", agregó, mientras Michael Williams, un ex drogadicto convertido en trabajador social, elegía el par de zapatos que usará en el baile de esta noche.

Una auténtica noche de lujo y generosidad que enseñó a todos que muchos sueños, algunas veces se cumplen. (AFP)

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